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Un día de playa

Me desperté con un súbito y lacerante dolor en mi testículo izquierdo.

Claro, un autito HotWheels arrojado por mi pequeño hijo Rubito, desde una distancia de 3 metros, no podía tener otro destino. Instintivamente miré el reloj; eran las 7:30 de mañana de nuestro primer día completo de vacaciones!!!

- Rubito, andá a acostarte que es tempranísimo!

- No papá, mamá ya está levantada y me pidió que te despertara porque sino no

llegamos al desayuno

- ¿Te pidió que me despertaras o que me tiraras un autito en un huevo? Y además,

decile a TU madre que el desayuno lo sirven hasta las diez y media de la

mañana!!!

- Sí pero dice mamá que después de esa hora el sol está muy fuerte para bajar a la

playa…

- (dirigiéndome a mi señora) Mi amooooorrrr, son las 7:30 de la mañana!, ni

siquiera trabajando me levanto tan temprano!

- Si, pero con lo que pagamos acá tenemos que aprovechar todo el día, levantate

así desayunamos y nos vamos para la playa que está precioso…

Con la certeza absoluta de que mis vacaciones no serían como lo planeado, me levanto a regañadientes y luego del desayuno, en donde coloqué estratégicamente a mis 2 hijos (de dos y cinco años) en lados opuestos y diagonales de la mesa lo que obviamente no evitó la guerrilla de bizcochos y tostadas, comenzamos con mi señora la tarea de preparar “las cosas” para ir a la playa.

Listado de artículos:

1 sombrilla

2 sillas plegables pequeñas

2 sillas plegables grandes

2 esteras

1 bolso gigantesco de rafia conteniendo:

1 botella con 2 litros de agua mineral

1 bidón de 5 Lts. de agua “dulce” para enjuagar a los pequeños

1 termo con leche caliente

1 mamadera

1 paquete de galletitas dulces

1 paquete de galletitas saladas

1 paquete de grisines

2 bananas, 2 manzanas, 2 duraznos

1 repasador, 1 paquete de servilletas

1 vaso amarillo de los Powers Rangers (DinoTrueno)

1 sorbito

1 Piracalamina por si a los “niños” los pica una aguaviva

2 bloqueadores solares

2 salidas de baño

1 toalla

1 bolso de plástico, transparente, con cierre conteniendo:

2 baldecitos

2 palitas

2 rastrillitos

8 formitas plásticas para armar moldecitos de arena

1 pelota de goma

2 pelotas de plástico

4 Power Rangers (DinoTrueno)

1 Lancha a Pilas

1 pelota de tenis

2 Raquetas

Mirando estos nueve bultos me dieron ganas de llamar a una empresa de remises para ver si ellos hacían delivery de insumos de playa, pero como no tenía el celular a mano decidí encarar valientemente la bajada y autogestionar el flete.

Como mi señora me había advertido tiempo atrás que “-los niños en tu licencia son responsabilidad tuya, porque yo también estoy de vacaciones-”, subí al más chico en mi brazo izquierdo, agarré con mi mano izquierda la sombrilla y las dos sillas plegables grandes y con mi mano derecha el bolso de rafia, mientras el dedo meñique de la misma mano lo destinaba a que lo agarrara el más grande, ya que quería ir “de la mano de papá”.

Por alguna extraña razón, mi hijo de casi 5 años, quien es capaz de encender y ejecutar cualquier programa en una computadora, programar el DVD, Directv, y destrabar el celular con el código de PIN; no podía caminar más de 3 pasos sin que se le saliera la ojota derecha (o Hawaiana como le llaman ahora), con el consiguiente tirón del dedo meñique de mi mano y correspondiente parada técnica para la re-instalación del gomoso calzado. Por supuesto que por cada una de estas paradas para el acomodo de cubiertas, teníamos el grito histérico y llanto del más pequeño, ansioso por llegar a la “paia”.

O sea que el trayecto desde nuestro bungalow a la playa (aproximadamente unos 70 metros) transcurría de la siguiente manera:

Choploc – choploc – choplaf (sonido de la ojota derecha saliéndose) Tirón de dedo meñique

Grito del más grande: - Papáaaaaa, se me salió la sandalia!!! Llanto del más chico: - buuuuaaaaaa, quiero “paia”

Recordación de mi mujer: ¿viste? ¡Y yo los aguanto todo el año sola!

Repetir el esquema anterior 17 veces.

Una vez que llegamos a las doradas arenas, desparramo el contenido de mis brazos y manos, y mientras dudaba si primero masajearme el brazo izquierdo que lo tenía acalambrado, o volver a colocar en su lugar las articulaciones del dedo meñique de mi mano derecha, siento la melodiosa voz de la mujer que amo: “- ¿ahí te vas a instalar? ¿Por qué no vamos allá?-”, y señala con su dedo índice un indeterminado sitio aproximadamente a 1 kilómetro y medio de donde estamos. No sé de qué modo la miré, pero inexplicablemente murmuró “-bueno, acá está bien también, andá poniendo la sombrilla-”.

En el preciso momento en el cual clavo el soporte de la sombrilla en la arena, y comienzo el típico movimiento oscilatorio y de presión para asegurarlo, se acerca mi hijo más grande:

-papá, ¿dónde está la pistola de agua?-

-mi amorcito, tenés 2500 millones de metros cúbicos de agua para jugar, ¿para qué querés la pistola de agua?

-porque fue la que me trajo papá Noel y quiero probarla en la playa!

-la pistola de agua no la trajimos a la playa, jugá con los otros chiches -NOOOOOO, QUIERO LA PISTOLA DE AGUAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

Así que armo la sombrilla y luego hago los 140 metros en redondo nuevamente a buscar la famosa pistola de agua. Cuando retorno, veo que mis hijos han prolijamente desparramado los 25 ítems que traía el bolso de los chiches en un área de aproximadamente 238 metros cuadrados, pero ahora están muy entretenidos jugando con 3 piedritas y 2 cáscaras de mejillones que encontraron, artículos que pasarán a ser su centro de entretenimiento durante toda la estadía en la playa.

-Rubitooooo, mirá lo que te trajo papá mi amor!!! La pistolita de agüa!! -Ah, dejala ahí, que ahora estoy jugando con Guille.

Como estimé que no podría dar ninguna explicación convincente al cirujano de por qué mi hijo tenía insertado en el cráneo una pistola de plástico anaranjada, opté por contar muy lentamente hasta 10 y, ahora sí, comenzar el descanso.

Extendí la estera sobre la tibia arena y en el preciso momento que mi nalga izquierda se estaba depositando sobre ella…

- Papáaaaaa, ¡caca!

- Bueno, debe haber sido algún perro, no la pises y vayan a jugar más lejos

- No papá, quiero hacer caca!

Miré desesperado a mi señora, buscando algún gesto en su cara que me indicara que ella lo llevaría al baño, pero no, se mantuvo firme en su tesitura de “-los niños en tu licencia son responsabilidad tuya, porque yo también estoy de vacaciones-”.

Así que, resignado, le extendí a mi hijo la mano derecha, tomó nuevamente mi meñique y comenzamos el retorno al bungalow con el ya conocido “-choploc – choploc – choplaf”.

Lo peor de todo, es que cuando regresé a mi trabajo, todos me preguntaban, - ¿ché, si estuviste tantos días en la playa, por qué no estás bronceado? -… 

Traición en Carrasco
por Mr. Clinker